martes, 27 de julio de 2010

MONOGAMIA

“El Dr. Samuel Johnson escribió en el siglo XVIII, lo siguiente sobre un perro que caminaba a dos patas: no lo hace bien; pero uno se sorprende de que lo haga en absoluto. Lo mismo podría decirse sobre la monogamia.”1

Ella habla, siempre que viene a visitarme habla de principio a fin. Llega perfectamente vestida con un look años 20 y los labios rojos, de un rojo menstrual, casi imposibles en su carnosidad y contornos. Tiene una boca infatigable, habla siempre de cosas que le ocupan el pensamiento: teorías varias, ciencia, género, abstracción, insurrección. Nunca he comprendido del todo porque paga por mis servicios, en realidad no creo que tuviera necesidad de pagar en absoluto, por nada. Es de esas mujeres que con un chasquear de dedos tendría cumplidos sus deseos más triviales, pero no lo hace. Ella quiere más y entonces no se detiene en ningún sitio. Sé por todo lo que cuenta mientras la suspendo que busca la insurrección a través de esta sumisión por pago. No soporta el poder de lo evidente. Quiere marchitarse, dejar de ser un centro. Mientras sigue hablando yo la ato más fuerte y empiezo a elevarla por medio de las cuerdas y las poleas. Lo último que me dice es que quiere permanecer suspendida por tres días. Me dice también que tiene el dinero para costearlo. Yo le devuelvo una mirada de asentimiento y salgo.

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